martes, 29 de mayo de 2012

Pacientemente tuyo

Decirte que la ví y que me bastó una sonrisa de ella para saber que quería pasar el resto de mis días a su lado es muy poco comparado con lo que tengo adentro, con lo que no puedo decir con palabras terrestres.
Tú imaginarás que es por su belleza o por su inteligencia pero yo discrepo en eso. Verás, la belleza es relativa y la inteligencia finita. Sí, definitivamente fué su figura que me atrajo y su forma de ver la vida y la Vida que me atrapó, pero como dice la canción, es un lazo que no aprieta y que del cual no quiero escapar. Es más que eso. Fué la noche perfecta, el clima perfecto, la gente perfecta, el lugar perfecto; fué la tormenta perfecta.
El punto no es que yo me halla enamorado. La cuestión de todo esto es que ella siente lo mismo por mí. ¿Por qué? Ese es el suspiro más largo que he tenido en mi vida. Digamos que es Dios, que fue su gracia y su misericordia, digamos que fui el primer idiota que apareció cuando ella estaba vulnerable -y desde entonces, no ha querido saber más de ningún otro-, digamos que fueron las zaragosas que comió, que le hicieron mal. A la altura de este juego, eso no importa; ya ganamos, ya nos tenemos el uno y el otro, ya vencimos, ya nos besamos, ya es mi esposa.
Tengo mucho que vivir con ella, mucho, pero no dejo de pensar el porque; además de esto, todos los días cuando la veo en su pijama de seda, me pregunto ¿cómo hago para hacerla feliz este día? ¿cómo hago para ser relevante hoy? ¿cómo le hago entender que aún estoy enamorado de ella, mucho más que el primer día y desesperadamente necesito de sus besos, de sus manos y de sus palabras? ¿cómo hago para que en sus labios siempre haya una sonrisa? ¿cómo?
Simplemente la ví y nunca quise saber de las otras, la que dijeron no. Simplemente la ví y nunca quise apartarme de ella y de su cuerpo. Simplemente la ví y ella se convirtió en mi todo dentro de Mi Todo.

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